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viernes, 11 de octubre de 2013

LA XUNTA DESBLOQUEA LA LEY QUE FACILITARÁ EDIFICAR EN SUELO RÚSTICO

El Ejecutivo se ofrecerá a hacer el planeamiento de los pequeños concellos


Después de cinco años dándole vueltas, el Gobierno gallego decidió ayer remitir al Parlamento el anteproyecto de nueva Lei do Solo, que sustituirá a la del 2002, reformada ya ocho veces (sin contar dos adecuaciones a la normativa estatal) y, pese a ello, incumplida parcialmente por 244 de los 314 concellos. Esbozado ante la prensa por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, y su conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, con ese texto, «aberto ao consenso», el Ejecutivo quiere reducir de seis a tres los años que, como media, requiere elaborar un plan urbanístico (PXOM). Además, pretende que todos los municipios se doten de uno, avanzado o básico, antes del 2017, para lo cual ofrecerá sus servicios de redacción a las 202 localidades de menos de 5.000 vecinos. La norma, asimismo, abre la puerta a construir en suelo rústico para «revitalizar» el rural, pero solo inmuebles relacionados con el turismo de naturaleza y el sector agroalimentario, o bien residenciales vinculados a explotaciones de este tipo.
Planeamiento
Norma más ágil. Es la clave que explica el fracaso de la norma actual y la razón de ser de la nueva. La futura Lei do Solo sustituirá el ambicioso texto que Cuíña promovió en el 2002 por otro más ágil y fácil de aplicar. El paradigma del encorsetado marco en vigor está en las dificultades de los concellos para tramitar el planeamiento. En 10 años, solo 70 municipios superaron la carrera de obstáculos que plantea la norma para redactar el PXOM, una tarea en la que algunos invirtieron más de ocho años. El objetivo es que la legislación deje de ser la excusa que explica todos los males del urbanismo gallego para ser la llave de su ordenación real.
Construcción
Dinamizar el medio rural. Si de algo pecaba la norma del 2002 en su redacción original era de un rigor proteccionista que hacía prácticamente intocable el suelo rústico. La posibilidad de realizar obras en granjas era tan restrictiva que los sindicatos agrarios forzaron una reforma que permitió regularizar más de 40.000 explotaciones. Fue la primera de una serie de revisiones orientadas a dinamizar el medio rural. La última, aprobada por el Gobierno de Feijoo, eliminó la prohibición de construir a más de 50 metros de las aldeas para permitir edificar entre casas dispersas de acuerdo con su densidad. Para solventar las dificultades de los pequeños concellos, la ley creará el planeamiento básico, un instrumento para ordenar los de menos de 5.000 habitantes y cuya redacción podrán encomendar a la Xunta.
Competencias
Más autonomía local. Fiel a la apuesta del Ejecutivo de Feijoo por colaborar con los concellos, frente al paternalismo que censuró al bipartito, la nueva norma volverá a poner a prueba la voluntad de los alcaldes de aplicar la ley. La Xunta dejará en sus manos la autorización de construcciones en suelo rústico vinculadas a actividades agropecuarias y forestales, entre otras. Pero también cementerios y depuradoras. Solo las grandes instalaciones, como las de uso turístico o ganadero, precisarán autorización auotnómica.
Feísmo
Asignatura pendiente. Otro pinchazo de la normal actual y un gran reto para la futura. Las dos exigen el remate en condiciones de todas las construcciones, tanto las nuevas como las ya existentes. Un paseo por cualquier punto de la geografía gallega evidencia su incumplimiento.
Respaldo político
El aval necesario. El PP quiere para la norma el mayor respaldo político, para blindar su perdurabilidad. Será el termómetro para medir el margen de acuerdo con el PSOE de Besteiro.
FUENTE: LA VOZ DE GALICIA