FUENTE: LA VOZ DE GALICIA
Las revueltas sociales en Oriente Medio y el Magreb han disparado esta semana el precio de los carburantes hasta situarlos en récords históricos, por encima de los vividos en España durante la crisis del petróleo de julio del 2008. Llenar un depósito de 55 litros de gasolina sin plomo de 98 octanos puede salir hoy hasta once euros más caro que en enero. Y para hacer la misma operación usando gasoil hacen falta 10,3 euros más que a principios de año.
Los combustibles habían marcado en el inicio del 2011 precios similares, y en algunos casos ligeramente superiores a los de hace dos años y medio. Pero la tensión en Libia ha pulverizado las estadísticas. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, admitió ayer lo «alarmante» de la situación, durante una entrevista en la televisión pública. Y anunció que el Ejecutivo prepara medidas de emergencia, como el acopio de petróleo (ahora en España hay crudo para un máximo de 90 días) y planes de ahorro que podrían significar desde la reducción de los límites de velocidad, hasta la prohibición de circulación en algunas circunstancias, pasando por nuevas campañas de promoción del transporte público.
En Galicia, el litro de gasolina sin plomo se vendía ayer a 1,422 euros en varias estaciones de servicio ourensanas, donde se marcaron los máximos de la comunidad. En julio del 2008, el mismo combustible se pagó a 1,386 euros, un récord roto en enero y que ahora se queda pequeño. Con el diésel sucede lo mismo. A mediados del 2008 el litro marcó 1,329 euros. Y ayer se pagó a 1,336 en algunas gasolineras de Pontevedra; y hasta a 1,405 en Madrid (ver gráfico).
Los transportistas calificaron ayer la situación de «dramática», ya que el combustible supone un 50% de sus costes de negocio. Además, una escalada de precios de esta índole en plena crisis económica es doblemente preocupante. Primero porque la gasolina ya soportó un incremento del 13,3% en el 2010, mientras que el gasoil subió un 18,14%. Y después, porque los mercados comienzan a tener la certeza de que el problema no ha hecho sino comenzar.
Algunos economistas advierten del riesgo que una escalada así generaría en la economía nacional. La cadena maldita arranca con una traducción casi inmediata de la subida del petróleo en el precio de los carburantes. Estas alzas en los combustibles arrastran consigo el índice de precios de consumo (IPC). Y el encarecimiento de la vida podría congelar aún más el consumo de las familias, lo que a medio plazo acarrearía reducciones de la producción industrial. Precisamente, este descenso productivo y el estancamiento de la demanda interna es lo que ha provocado en España los efectos más perversos de la crisis: paro y cierre de empresas.
Además, el Banco Central Europeo ya ha dejado claro que si el IPC se dispara tendrá un efecto rebote en los tipos de interés.
Ayer, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, afirmó que España debe «reaccionar» ante la subida del petróleo y avanzó que, si esta se consolida, habrá que «reforzar los planes de ahorro energético» para que no impacte en la economía.
Recordó que la factura del petróleo aumentó 6.000 millones en el 2010, el equivalente a toda la inversión anual en I+D+i. Y también que en el 2008, cuando el barril superó los 145 dólares, se tomaron medidas sobre iluminación, velocidad máxima en las carreteras y promoción del transporte público, así como un uso más eficiente de la energía por parte de las empresas. El ministro negó que por ahora haya problema de suministro, ni de gas ni de petróleo, por la situación en Oriente, porque su origen «está muy diversificado y garantizado». «El problema es a qué precio -añadió-, y en eso tenemos que estar muy vigilantes».
Más uso del carbón
Además, aludió al posible uso del carbón para generar electricidad en las centrales térmicas. Por eso, apuntó, era tan importante el decreto que prima el consumo del carbón nacional. El titular de Industria explicó que, en cualquier caso, España dispone de reservas estratégicas de crudo para 90 días (30 en el caso del gas natural) para afrontar eventuales problemas de suministro derivados de la situación en el mundo árabe.
La cotización del crudo es una referencia para la gasolina o el gasoil. Pero no la única. Estos dependen, según señala la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), de los precios de la gasolina y el diésel en los mercados al por mayor de Mediterráneo y el noroeste europeo. Y también de los impuestos (que conforman el 50% de la tarifa final
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